Capítulo 367
“Emilio y Yolanda todavía están durmiendo?”
Leira llevaba una maleta en la mano y no había duda de que contenía regalos para Emilio y Yolanda.
Casi siempre hacía eso Leira.
Justo entonces, Emilio bajó las escaleras con sus pantuflas.
Al ver a Leira, Emilio se quedó boquiabierto. Él planeaba volar esa noche.
Pero al encontrarse con la abuela Leira, probablemente no podrá irse…
“¡Emilio!” Leira corrió hacia Emilio, lo levantó y le dio un beso en la cara, “¡Cuánto tiempo he extrañado a mi Emilio!” y mientras hablaba, le dio unos besos más.
Emilio llamó a la abuela Leira y luego miró a Leticia con sus ojos suplicando: ¡Sálvame!
Leticia fue a rescatar a su hijo y le dijo: “Ve a llamar a Yolanda, probablemente todavía está en la cama, perezosa”.
“Bien”.
Todos sabían que, aunque Leira trataba muy bien a Emilio, favorecia aún más a Yolanda.
A donde fuera, hablaba de Yolanda como la única nieta preciada de la familia Banes.
Leira corrió escaleras arriba.
Emilio suspiró y mientras se frotaba la cara, dijo: “Supongo que no podemos irnos ahora…”
“Querido, la abuela Leira te llevará a lugares divertidos, ¿puedes acompañarla para ayudarme?” Leticia consoló a Emilio,
Emilio sólo pudo suspirar de nuevo.
No pudo decirle a su mamá la verdadera razón por la que quería irse del país H; ella se sentiría triste y asustada.
“Está bien”.
Emilio asintió desanimado.
Yolanda habia tenido un gran día el día anterior, estaba cansada. Siendo alegre como era, durmió aún más profundamente.
Soñó con un hermoso prado con un cielo azul y nubes blancas. Su mamá estaba rodeada de flores rojas, ella y su hermano corrían hacia su mamá, riendo. Emilio llegaba a los brazos de su mamá primero, pero con sus piernitas cortas y su falta de ejercicio, Yolanda tropezó justo antes de alcanzar a su mamá. Antes de que pudiera sentir el dolor, una mano grande la levantó y la sostuvo en sus brazos.
“¿Dónde te caiste, Yolanda? Deja que papá lo vea”.
Yolanda volteó para ver a esa persona, tenía una cara hermosa. ¿No era el Tío guapo?
¡No, no era el tio guapo, era su papá!
“¡Papá! ¡Mi rodilla duele!” Yolanda le dijo a su papá con una mirada lastimada.
Su mamá también se acercó con Emilio en brazos.
“Esposo, ¿cómo pudiste ser tan descuidado y hacer que Yolanda se cayera?”
“Esposa, lo siento… no te enojes… ¡no lo volveré a hacer!”
Yolanda miró a su papá y luego a su mamá.
Y comenzó a reírse tontamente.
Mientras reía, oyó a alguien llamarla.
“Yolanda-”
¿Hmm?
¿Abuela Leira?
Su sueño terminó y ella abrió los ojos frotándolos.
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