Tu Leti Ya Está Muerta Llámam Leticia Capítulo 223

Capítulo 223

Por el episodio con Jacob, Dulcia terminó de muy mal humor. “¡Seguro me estaba siguiendo!”

“No hay problema, no es como si no pudiera ver a la gente”.

“No me siento cómoda sabiendo que él sabe que estás embarazada”, murmuró Dulcia frunciendo el ceño.

“Tranquila cariño”, intento calmarla Leticia.

“Deja de llamarme así, ¿recuerdas en la mansión? Me llamaste así y casi Israel me saca los ojos”.

Leticia soltó una risita.

Dulcia acompañó a Leticia de regreso al departamento.

Y aprovechó para echar un vistazo.

“Y pensar que me preocupaba que no comieras bien o no tuvieras un buen lugar para dormir”, Dulcia caminó alrededor mientras se quejaba, pero claramente feliz.

Después de recorrer el lugar, sacó su iPad y comenzó a planear y dibujar la decoración del lugar para el día siguiente.

Dulcia tenia un lado romántico muy bien desarrollado, desde la entrada hasta el dormitorio y el estudio, tenía todo bien planeado.

“Cuando llegue la cuna mañana, la pondremos aquí, quiero poner sus zapatitos y ropita en este lugar”, mencionó Leticia.

“¡Perfecto!”, aplaudio Dulcia.

Llena de energia, anunció que se iba: “Tengo que conseguir los adornos, cuando él se vaya mañana, yo vendré, ¿está bien?”.

“¡Está bien! ¡Gracias madrina!”.

“Para nada, mi niña. ¡Les daré un beso antes de irme!”, exclamó Dulcia, y se agachó para besar la barriga de Leticia a través de la ropa.

Leticia no pudo evitar sentirse extraña.

Dulcia se fue rápidamente.

Leticia se sentó en el sofá cuando recibió un mensaje de Israel. “Cariño, tengo algunas cosas que hacer esta noche, no me esperes para cenar”.

“De acuerdo”, respondió Leticia.

Israel apagó su celular y se llevó una mano a la frente. Después de un rato, tomó las llaves del coche y dejó la oficina.

Media hora después, llegó a casa de Fernanda.

“Israel, ¡qué bueno verte aquí!”, Fernanda, con un delantal puesto, parecía haberse recuperado un poco.

Israel arrugó el ceño: “¿No dijiste que no te sentías bien?”

Fernanda se mostró despreocupada y sacó la lengua: “Te engañé, estuviste cuidándome ayer y quería agradecerte, así que preparé algo de comida para que comieras”.

Mena iba a salir y se quejó: “Le dije que no tenía que preocuparse por cocinar y que podríamos comer fuera, pero insistió en hacerlo. ¡Mira cómo se lastimó el dedo por hacerlo!”.

Mena le mostró a Israel la mano de Fernanda, que se apresuró a esconderla detrás de su espalda, como si no quisiera que Israel la viese.

“Estoy bien, vamos, entra antes de que se enfríe la comida”. Israel dudó por un momento mirando el vendaje manchado de sangre en su dedo. Después de pensarlo un poco, decidió entrar.

Mena y Fernanda intercambiaron miradas.

La mesa estaba llena de platos que no se veían muy apetitosos. Comparados con los platillos de Leticia, estos no eran nada en comparación.

Sin embargo… Israel miró a Fernanda. Ella nunca solía cocinar.

“No se ve muy bien, pero Mena dijo que el sabor está bien”, aseguró Fernanda apresuradamente.

“Está bien”, respondió Israel mientras se sentaba.

“Fernanda, en realidad no tenías que hacer todo esto”, dijo con voz suave.

“Quería hacerlo por ti”, respondió Fernanda con una mirada profunda hacia Israel, “esto es algo que debí haber hecho por ti hace muchos años atrás”.

Cuando mencionó aquellos años atrás en la conversación, Israel sintió un fuerte dolor punzante en su pecho.

Cuando conoció a Fernanda por primera vez, Israel era un joven inexperto. No sabía cómo sucedió, pero sintió que la conocía y pensó que era amor a primera vista. Pasó mucho tiempo tratando de llegar hasta Fernanda. Casi se convirtió en una obsesión para él.

Finalmente, lograron estar juntos.