Tu Leti Ya Está Muerta Llámam Leticia Capítulo 218

Capítulo 218

Se acercó a Israel, levantó la mano y tocó su frente. “No tienes fiebre, estas bien”.

“¿A dónde vas a ir con tus maletas?”, preguntó Israel.

Leticia se quedó desconcertada, y luego miró las maletas en la sala de estar, a punto de explicar.

Israel agarró sus hombros “Vas a huir de nuevo? Anoche dijiste que me amabas, ¿ahora te arrepientes?”.

“Deja de agitarme, me están mareando!”. Leticia apartó la mano de Israel.

“¿Es que eres tonto? ¡Esas son las maletas que traje ayer y aún no las he desempacado!”.

Israel se quedó atónito.

Israel: “…”

El aire arrogante de Israel se desvaneció gradualmente. “Ah…”

“Estás muy raro, desde ayer”, Leticia agitó la cabeza.

Leticia preguntó: “¿Se te antoja el desayuno de siempre?”

Israel respondió: “Sí”.

“Ponte los zapatos, señor Herrera”. Dicho eso, Leticia sacudió su cabeza y se dirigió a la cocina.

Israel no vio la cara de Leticia detrás de él, llena de sonrisas contenidas.

El desayuno de Israel era bastante simple.

Dos tostadas de pan integral tostado crujiente, untadas con mantequilla de mani sin sal y una taza de café negro.

Leticia también le agregó un huevo frito para reforzar su desayuno.

Israel se cambió de ropa y volvió a su apariencia de jefe poderoso.

“¿Saldías con Dulcia?”, preguntó Israel.

*Sí. Vamos a ir de compras”. Leticia se sentó frente a él, apoyando su mano sobre su mejilla, viéndolo comer.

Israel comiendo también era un espectáculo para los ojos, como si estuviera filmando un comercial.

“Te daré una tarjeta bancaria más tarde, puedes comprar lo que quieras”, dijo Israel, e hizo una pausa. “¿Por qué me miras? ¿Mi forma de comer es hermosa?”.

Leticia respondió con una sonrisa en su rostro: “Muy hermosa”.

Israel dejó el café, se levantó, se acercó a ella, pellizcó su barbilla y le dio un beso en los labios antes de regresar a comer.

Leticia murmuró: “¡Infantil!”.

“Sra. Herrera, será mejor que te prepares, voy a ser infantil así todos los días”, dijo Israel con orgullo.

Estaba tan preocupado ayer, pero solo volvió a su lado por una noche, aunque solo había estado alrededor, sin hacer nada, y después de un desayuno que ella preparó, era suficiente para que pudiera recuperar su estado físico y mental.

Después de desayunar, era hora de que Israel se fuera a la empresa.

Jaime ya había estado esperándolo mucho tiempo abajo.

“Esposa, ¿qué corbata te parece que va mejor con este terno?”. Israel fue al vestidor, miró el bastidor de corbatas y no tenía ni idea.

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Leticia corrió hacía él.

Sin siquiera mirar, sacó la corbata adecuada.

Israel se inclinó y se la pasó el cuello.

Antes, ella siempre levantaba los dedos de los pies para ayudarlo a atarse.

Leticia estaba un poco nostálgica.

Resultó que él sabía cómo hacerlo, pero no le prestó atención.

“Todavía no nos hemos casado, no me llames esposa. ¿Qué pasa si lo dices accidentalmente afuera y alguien te escucha?”. Israel la rodeó por la cintura y la llevó

a sus brazos.

“¿Qué pasa? ¡Mi esposa es realmente increíble!”. Leticia sintió calor en el corazón.

“¡Vamos, baja rápido, Jaime está esperandote hace rato!”. Leticia habló, arrastrando a Israel hacia fuera con la mano.

Llegaron a la puerta, e Israel se quedó allí sin moverse.

Leticia entendió lo que quería.

Se puso de puntillas y le dio un beso en la comisura de la boca: “Ten cuidado en el camino”.

“¿Solo un pequeño beso?”. Israel rodeó su cintura, sin dejar que se fuera, frunciendo el ceño con disgusto.

Leticia apretó los dientes.

Simplemente sostuvo sus mejillas y le dio varios besos rápidos en los labios.