Capítulo 1326
Su mirada cayó en el techo.
“¡Dios mio!”
Leticia tenía las manos llenas de sangre, aun sosteniendo esa pequeña pistola.
“¡Leticia!” Israel la llamó con urgencia.
Leticia le echó un vistazo, luego caminò rápidamente hacia adelante, buscando en Robert.
“Perdi las llaves” Robert empezó a reir a carcajadas, “Leticia, el interruptor no está en la silla de ruedas. No tiene sentido que me bajes…”
“Vamos a morir todos…” Robert dijo y escupló dos bocanadas de sangre.
“No quiero matarte, dime dónde están las llaves, ¡llamaré a una ambulancia de inmediato! Leticia respondió.
No habia nada similar a un interruptor en Robert.
Leonardo ya había tomado el control del sistema inteligente de aquí, Leticia había pensado, el interruptor que podría desencadenar la autodestrucción debía estar en la silla de ruedas.
Así que ella fue la primera en correr hacia allá, lo bajó de la silla.
En la pelea anterior, también intentó empujar la silla de ruedas lejos.
Robert con la boca llena de sangre, se rio al escuchar a Leticia, Leticia, el interruptor–es la marea. Ya está aquí, cuando llegue a la posición preestablecida, este lugar colapsará de inmediato. Todavía tienes la oportunidad de escapar, vete, ino puedes salvar a Israel!”
Leticia se quedó paralizada al instante.
La marea…
Miró hacia el mar.
“i¿Dónde están las llaves?!” agarró el cuello de Robert y gritó.
Robert la miró: “Tu hijo, aún te espera en casa, vete
“¿Niño? ¿No enviaste a Obsidian K a matarlos? Robert, ¿crees que creeré tus palabras? Quieres Matar al hombre que más amo, matar a mi hijo, y luego dejarme vivir sola en dolor por el resto de mi vida, ¿ese es tu propósito, no?”
Larisa de Robert se volvió aún más loca, Leticia lo arrojó con fuerza al suelo.
Volvió corriendo junto a Israel, sacó la daga de León Negro, lista para romper la cerradura que sujetaba a Israel.
“Querida, calmate, mirame, escúchame…” Israel, con lágrimas en los ojos, le habló suavemente a Leticia.
“Joker está casi aquí, también la policía, estarás bien.” Leticia no miró a Israel, estaba tratando de abrir la cerradura.
Justo cuando terminó de hablar, la casa tembló.
Un miedo sin precedentes cubrió a Leticia por completo.
Robert, que sintió todo esto, comenzó a reir: “Leticia, tienes menos de un minuto para escapar!”
“¡Callate!”
Leticia se volvió y le gritó a Robert, luego miró a Israel.
“Vamos.” Israel asintió repetidamente, “Ya hice mi testamento, Emilio y Yolanda no pueden estar sin ti, regresa a casa, querida.”
Las lágrimas de Leticia eran imposibles de contener, la mitad del balcón ya se había derrumbado, la casa empezaba a inclinarse.
Robert miraba fijamente a Leticia e Israel, quería ver a Leticia alejarse de él; ¡ver a Israel abandonado!
“Estoy cansada, no quiero seguír caminando.” Leticia miró a Israel y negó con la cabeza, Emilio, Yolanda, Leira, y Dulcia Méndez… ellos tienen mucho amor de otros. Pero ya no quiero alejarme de ti.”
Robert observaba a Leticia, incrédulo.