Tu Leti Ya Está Muerta Llámam Leticia Capítulo 130

Capítulo 130 

“Tengo hambre“, dijo Leira Banes riéndose. “Él ha sido así desde niño, no puede estar hambriento, porque se vuelve muy infantil“. 

Al escuchar esto, Leticia se volvió para mirar a Toni, quien era enorme. 

Realmente era dificil imaginarlo siendo infantil. 

“¿Por qué no vienen con nosotros a comer algo a la ciudad? De todos modos, yo también tengo hambre. Si no les molesta, yo invitaría como agradecimiento por su ayuda“, sugirió Leticia. 

“¡Claro!“, dijo Leira Banes, mirando a Israel. “Sr. Herrera, ¿está bien?“. 

“Por supuesto“. 

Poco después, Israel conducía con el rostro un poco tenso. 

Toni, quien estaba muy hambriento, se sentó en el asiento del copiloto. 

Leticia y Leira Banes estaban en el asiento trasero. 

Las dos charlaban febrilmente. 

En solo unos minutos, ya habían pasado por cuatro temas diferentes. Hablaron hasta llegar al proyecto Ciudad Baylon. 

“¿Lo hiciste tú misma?”, preguntó Leira Banes sorprendida. 

“Yo sólo estaba a cargo de construir el marco, jel trabajo específico fue un esfuerzo conjunto de todo el equipo!” 

Leticia todavia no sabia quién era esta abuela a la que Israel trataba con tanto respeto. Parecía saber de todo y tener conocimientos en muchas áreas. Acababan de hablar de joyería, y ahora estaban hablando de proyectos de construcción. Incluso conocía algunos datos clave muy especificos. 

“Sr. Herrera, su secretaria es muy buena“, dijo Leira Banes mirando a Israel. “Es un desperdicio tenerla a su lado. ¿Por qué no me la deja? Necesito una asistente tan inteligente y guapa…” 

Leira Banes hizo una pausa, y luego cambió su discurso: “Necesito una asistente tan inteligente“. 

“Sra. Banes, Joaquin de QT también me la pidió antes“, dijo Israel con un tono mezclado con un poco de alarde, “Lo rechace, y si ahora le doy Leticia a usted, seguramente ofendería a alguien“. 

“¿Ese viejo anticuado de Joaquín?“, Leira Banes se sorprendió. 

Joaquín era muy feo pero leal, y su esposa le gustaba meterse en problemas. Para no hacer que su esposa se pusiera celosa, todos los secretarios y ayudantes que tenía eran hombres. 

¿Y ahora estaba pidiendo que la Srta. Fermínez lo acompañara? 

Leticia se quedó en silencio. 

Cuando estuvieran solos, iba a morder a Israel por tratar de cortar sus oportunidades. 

No obstante, Leira Banes no insistió más. 

Leticia no era propiedad de Israel. Si ella quería trabajar con Leira Banes, ¿por qué se tendría que agregar a la discusión? Si a Leticia le parecía bien, eso era todo lo que importaba. 

“¡Tu muñeca es tan bonita!“, elogió Leira Banes mientras sostenía la mano de Leticia, “Si llevaras una pulsera de vidrio, ¡sería simplemente hermosa!” 

Leticia se sintió avergonzada por el cumplido. 

“Por cierto, ¿de dónde eres, Srta. Fermínez?” 

“Valle San Rafael“, respondió Leticia. 

“¿Valle San Rafael?“, Leira Banes se sorprendió. “¡El paraíso!” 

“Sí, ¿alguna vez ha estado allí?“, preguntó Leticia. 

“Todavía no pero está en mis planes, tengo a alguien enterrado allí“, dijo Leira Banes, mostrándose repentinamente melancólica. 

“Lo siento…“, murmuró Leticia. 

Leira Banes sonrió: “Tonta, ¿por qué te disculpas? ¡No fue culpa tuya!” 

La expresión de Leticia se congeló. 

Al llegar a zona urbana, Leira Banes eligió un restaurante chino para comer. 

“La comida picante aquí es deliciosa, estoy segura de que te encantará“, dijo Leira Banes, una vez que salieron del auto y agarrándose de la mano de Leticia, sin soltarla. 

Toni los siguió detrás, balbuceando algo ininteligible, mientras Israel también los seguía. 

Leticia era más alta que Leira Banes. 

Cuando Leira Banes le hablaba, Leticia se inclinaba hacia ella para escuchar atentamente. 

De repente, Israel recordó lo que Leticia le había dicho antes: “Soy guapa, tengo un buen cuerpo, una buena personalidad y atraigo a la gente! ¿No es normal?”