Capítulo 111
Después de desahogarse, Dulcia se sentó de nuevo y miró a Leticia con lágrimas en los ojos: “Leticia, tú no te preocupes por nada, ¡escapa! No puedo creer que Israel se atreva a lastimar a inocentes. ¿No se preocupa por él la Srta. Rosé?”
Leticia se sintió algo impotente.
“Él… de verdad se atreverá“, afirmó.
Leticia conocía la forma de actuar de Israel y sabia que cumpliria sus palabras, de lo contrario, ¿cómo sería amenazada?
“No puedo ponerlos en riesgo a ustedes“, continuó Leticia.
Ella no permitiría que las personas que le importaban fueran afectadas.
“Pero él se va a casar, ¿cómo puedes seguir…?” Dulcia estaba muy preocupada.
“Por eso, tengo que encontrar una manera de dejar a Israel sin que él se vengue de la gente a rni alrededor“, dijo lentamente Leticia, con una mirada profunda.
“¿Qué puedo hacer?” Dulcia preguntó apresuradamente.
Leticia la miró: “Tú, ahora mismo, debes mantenerte alejada de ese estúpido de Jacob“, aconsejó
“Por supuesto!”
En cuanto a Jacob.
Al principio, Leticia podia ver la sombra de Néstor en él y le agradaba un poco, pero no lo suficiente como para entusiasmarse.
Después, debido a Israel, Jacob la humilló al máximo y Leticia no tenía ningún sentimiento positivo hacia él.
Pero ahora…
Independientemente de las intenciones de Jacob, el hecho de que metiera a Dulcia en esto significaba que no era digno de seguir siendo amigo.
“¿Ayer dijiste que te ibas a mudar de casa… es para volver con él?” Dulcia preguntó.
“Me voy a mudar de regreso a mi antiguo departamento, él no vive alli“, Leticia contestó.
De repente, su teléfono sono.
Lo miró y su expresión cambió por un instante..
“¿Sra. Rayas?”
“Cindia, la madre de Israel“, confirmó Leticia.
Sin esperar que Dulcia se sorprendiera, ella contestó la llamada.
“Sra. Rayas“.
“Secretaria Fermínez, ¿estás ocupada?” preguntó Cindia.
“No, digame“.
“La viejita quiere verte“, dijo friamente Cindia. “Si no estás ocupada, ven a visitarla“.
Leticia no sentia nada por la familia Herrera.
Dada su posición, no había muchos miembros de la familia Herrera que fueran amables con ella.
Excepto por la anciana Sra. Herrera.
Le había cuidado una sola vez, y desde ese momento la había echado de menos.
“Está bien, iré en un rato“.
Leticia estaba a punto de colgar.
La voz de Cindia llegó nuevamente: “Secretaria Fermínez, anoche conociste a Anastasia, ¿verdad?”
“Si“.
“¿Qué te pareció?”
“La esposa es muy bonita y dulce“..
“Dulce, pero eso no significa que se deje pisotear“, advirtió Cindia con una sonrisa. “Ella es la hija menor de la familia Rosé y es muy mimada. Su familia nunca ha sido indulgente con aquellos que quieren lastimarla“.
“Sra. Rayas, no tiene que andar con rodeos para amenazarme y pedirme que me aleje de su hijo“, replicó Leticia. “Pero antes de eso,
Capitulo 111
¿no debería averiguar qué está pasando?”
Cindia se quedó atónita por un momento porque Leticia siempre había sido sumisa. Parecía que no podía escuchar las indirectas.
Su inesperada reacción la dejó desconcertada.
“¡Yo sé muy bien lo que está pasando! ¡Eres tú, Secretaria Fermínez, la que no lo sabe!” exclamó Cindia, elevando su voz.
“¿En serio?” Leticia rio. “Entonces, también debe saber que renuncié y me fui, y que su hijo me amenazó con mis seres queridos para que regrese, ¿no es así?”
“¿Qué?” Cindia gritó sorprendida. “¿De qué estás hablando? ¡Obviamente no tienes vergüenza y quieres aferrarte a Israel!”
“Si no digo tonterías ¿Por qué no lo buscas?“, respondió Leticia, ya sin paciencia. “Si puedes alejar a tu hijo de mí, te lo agradeceré
mucho“.
Dicho esto, Leticia colgó el teléfono.
Dulcia estaba sentada a su lado, con la boca abierta y sorprendida.
Después de un rato, suspiró: “¡Qué valentia!”
Leticia sonrió sin poder hacer nada al respecto.
“Como escuchaste, tengo que ver a la mayor Sra. Herrera, tú a lo tuyo y no te preocupes por mi“, le insistió Leticia.