Te regalo toda una vida de amor Capítulo 675

¿Por qué de repente Roberto estaba preocupado por mí y Ezequiel? ¿Habrá escuchado algo o sentido alguna pista de un rumor?

«Siento que ustedes dos se han acercado».

Tomé un sorbo de agua helada y respondí.

—¿No puedes solo tomar la cerveza en silencio?

—¿Llamas a esto cerveza? Solo estás tratando de engañarme. De todos modos, Dimitri me dijo que a Ezequiel le gustas. ¿Hay algo entre ustedes dos?

¡Ese hablador de Dimitri! No esperaba que todavía estuviera en contacto con Roberto.

Le entregué a Roberto mi vaso y respondí:

—Deja de decir tonterías. Aquí. Toma otra bebida.

«¡¡¡Argh!!!».

De repente, Robert comenzó a comportarse de forma consentida conmigo.

Me sorprendió.

—¿Por qué preguntas esto?

—Estoy celoso. Dime. ¿Quién es más importante para ti? ¿Yo o Ezequiel? Gina, quiero tomar cerveza de verdad, y también quiero que me abraces…

¿Por qué Roberto de repente se volvió tan infantil?

Al no recibir respuesta de mí, incluso insistió.

—¿Por qué no dices nada?

Sus celos eran fuertes, así que tuve que calmarlo.

—Tú. Tú eres el más importante. Eres el dulce problema que mi madre me dejó, y eres el que más importa para mí. ¿Qué otra respuesta quieres escuchar?

—¿Realmente te importa él en el fondo entonces?

—¿Por qué haces preguntas sin sentido? —lo desprecié.

—Solo tengo curiosidad. Alguien como él, con una personalidad extrema, no merece ser valorado y cuidado. No te importa él en el fondo, ¿verdad? Lo sé. Aunque fuiste educada con él en el hospital, solo lo hiciste para calmar sus emociones. Tenías miedo de que él llegara al extremo y te lastimara a ti y a Santiago. Sinceramente, no necesitas temerle.

Solía tener miedo de Ezequiel, pero luego, llegué a confiar mucho en él. Y fue porque siempre venía a mi rescate.

Respondí a Roberto de manera casual.

—Puede que sea extremo, pero tú eres retorcido. ¡Ya es suficiente para mí complacerte! Si tengo que lidiar con él también, no podré manejarlo. Sin embargo, aunque él tenga una personalidad extrema, las personas con esa personalidad anhelan calidez y se calman con facilidad, al igual que tú. Tú también solías ser un puñado.

—Me rendí ante ti porque me gustabas. Además, ¿cómo soy retorcido? ¿Alguna vez me he aprovechado de ti?

Sabía que su afecto por mí era como el de un miembro de la familia. Justo entonces, él sacó el pasado, diciendo:

—Dijiste que me querías.

Sí lo dije antes, pero fue en nombre de la familia. En ese momento, dije esas palabras porque lo había lastimado. Su madre también lo lastimó. Entendía la profunda tristeza que había en él.

—Sí, te quiero. ¿Está todo bien ahora?

Pero luego, la pregunta interminable de Roberto volvió.

—¿Amas a Ezequiel?

Respondí de manera casual.

—¿Por qué lo amaría?

—¿Lo amas o no? —insistió Roberto

—No lo amo. ¡Hoy estás haciendo demasiadas preguntas!

—Solo tengo curiosidad. Una pregunta más. Si Ezequiel quisiera ser amigo tuyo algún día, ¿aceptarías?

—¿Por qué querría ser amiga de él? —mentí y respondí.

Dije eso solo para deshacerme de Roberto.

—¿Estás segura de que no desarrollarás ninguna conexión con él en el futuro? Si lo haces, me voy a molestar. ¡Solo puedes elegir entre él y yo!

Suspirando, cedí.

—Bien. Te elijo a ti.

—¿Estás segura de que lo dices en serio? ¿Ezequiel no vale nada para ti de verdad?

—Roberto, me voy a enfadar si sigues molestando así.

Hizo un puchero.

—No me importa. Solo quiero una respuesta.

Me quedé sin palabras.

—Rápido. Respóndeme ahora.

—Para mí, tú y Santiago son los más importantes.

Dije esto solo para calmarlo. Por alguna razón, de repente me sentía muy cansada. Estaba tan cansada, aunque había salido a tomar algo. Por otro lado, la expresión de Roberto de repente se volvió encantada, y se jactó con alguien detrás de mí,

—¿Escuchaste eso? ¡Gina se preocupa más por mí! ¡Ni siquiera estás en la imagen!

Asombrada, me di la vuelta y vi a Ezequiel. Tenía una mirada fría y distante. Detrás de él estaba Pétalo. Aunque Ezequiel miraba a Roberto con frialdad, me saludó con cortesía.

—Señora Esquivel.

Al parecer, Roberto me había engañado. Me sentí culpable y me disculpé.

—Lo siento.

—No importa. Tengo algo que hacer, así que nos vemos luego —al decir eso, Ezequiel se dio la vuelta y se fue, pero justo después de dar dos pasos, se detuvo y se giró un poco para decirme—. Señora Esquivel, nunca cumple su palabra.

Su mirada era particularmente fría. Abrí la boca, pero no pude pronunciar una palabra de explicación. Le di una patada a Roberto y le susurré:

—¡Mira lo que hiciste!

—¡Le hice darse cuenta de su lugar!

—¿Por qué te metiste con él? —pregunté impotente.

—¡He estado tan aburrido últimamente!

Habló con rectitud y sin sentido de culpa. Suspirando, me froté las sienes.

—Me voy a casa.

—¿De verdad te importa él?

—No. Solo deja de jugar con esa mente retorcida tuya.

—¡Oye, no digas eso! ¡Aun así, tienes que protegerme!

No sabía qué hacer con Roberto.

—Por favor. ¡No estás en peligro!

—Ezequiel en definitiva se vengará de mí.

—¿Por qué lo provocaste en primer lugar entonces?

Con los brazos extendidos, respondió,

—Te lo dije. ¡He estado aburrido hasta la muerte!

Suspiré.

—No se vengará de ti —afirmé.

Después de todo, Ezequiel no era el mismo de antes. Estaba tan segura en mi corazón. Sin embargo, una hora después, recibí noticias de que habían atacado a Roberto. Cuando llegué al hospital, Roberto todavía estaba en la sala de emergencias. Sentada en un banco, pensé que la única persona que podría haberlo hecho parecía ser Ezequiel. Solo él buscaría venganza.

Estaba en extremo inquieta. Justo entonces, recordé lo que él había dicho por la tarde sobre que nunca cumplo mi palabra.