Te regalo toda una vida de amor Capítulo 661

Con lágrimas corriendo por mis mejillas, miré a Ezequiel, pero su rostro estaba inusualmente pálido y dijo con suavidad:

—Te llevaré a casa.

—Gracias, pero ya has hecho suficiente por mí hoy —dije, sacudiendo la cabeza—. También estás herido. Tomaré un taxi.

Nunca le pregunté dónde estaba herido. Tal vez no quería mostrar demasiada preocupación por él.

Ezequiel se dio la vuelta y dijo:

—Ten cuidado.

Su tono era un poco frío.

—¿Estás bien? — le pregunté.

—Sí, solo algunos recuerdos desagradables que vienen a la mente. Estaré bien, señorita Esquivel. Ten cuidado en el camino y cuídate.

«¿Qué tipo de recuerdos desagradables están causando que Ezequiel esté deprimido?».

—Oh, no te lo tomes tan en serio —añadí.

Dejé de hablar y salí de la casa de Ezequiel. No fue hasta que salí que me di cuenta de que todavía llevaba puesta mi pijama. También había olvidado llevar mi teléfono. Cuando me di la vuelta para abrir la puerta, Ezequiel estaba acurrucado en la esquina. Parecía perplejo y su postura actual indicaba que tenía miedo. Corrí hacia él mientras llamaba su nombre y él murmuró: «¡No, no me golpees! ¡Seré bueno! ¡No cometeré errores! ¿Por qué quieres golpearme? ¡Estoy siendo muy bueno! ¿Qué hice mal?».

La voz de Ezequiel estaba llena de miedo.

—¿Ezequiel, estás bien? —exclamé.

Intenté tocar su brazo, pero él se alejó, pareciendo en extremo asustado:

—¡No me golpees! ¡Duele! ¡Eze no puede soportarlo más, abuelo! ¿Puedes llevar a Eze lejos?

«¿Está atrapado en un recuerdo del pasado?».

Cuando lo vi así, mis ojos se llenaron de lágrimas y exclamé:

—¡Ezequiel! ¡Soy yo!

—Fueron ustedes los que fueron desagradables primero, así que no me culpen por ser despiadado. ¡Fuiste tú quien me obligó a matarte! Hiciste un buen trabajo ocultando tu identidad como Esquivel. En cuanto a mí, tengo una tarea que completar. ¡Cuando termine, me iré! ¿Por qué tengo que irme, preguntas? Si no hago esto, moriré aquí. Antes de cumplir los 18, necesito encontrar un nuevo hogar para mí. Sí, eso es correcto, tengo que irme. ¿Por qué me estás invitando a vivir contigo? ¿Cuál es el punto de ir allí? Gina, necesito irme para trabajar en mi baja autoestima. Cuando tenga éxito, volveré a buscarte.

¿Estaba Ezequiel murmurando algo sobre asesinar a sus padres adoptivos? ¿Los asesinó para poder ser devuelto al orfanato y encontrar otra familia adoptiva? ¿Cómo mató a dos adultos sin que nadie lo notara? ¿Cuánto dolor tuvo que experimentar en ese momento, cuando todavía era adolescente?

Se veía adolorido mientras seguía llamando su nombre, perdido en sus recuerdos.

No tenía idea de cómo consolarlo cuando lo escuché murmurar:

—Joel, la gente dice que tengo una personalidad violenta, pero ¿se considera violento este tipo de método? Solo actué por impulso. Si esto se considera violento, entonces lo que pasé antes fue el infierno. Joel, recientemente le conté una historia a Gabriel y lo envié de vuelta a Bristonia. Para ser honesto, me gustaría volver a su lado, pero todavía hay algunos problemas aquí. Joel, al fin tengo suficiente dinero para estar con ella. Solo quiero irme con el dinero y regresar a su lado… ¿Tienes que llegar a tales extremos? ¿Santiago y Alfredo piensan de la misma manera? No tengo interés en el poder, Rau. Déjame ir, no quiero morir en tierra extranjera. Rau, incluso si muero, quiero morir en Bristonia. ¿Por qué tienes que hacer esto? Solo quiero volver a Bristonia y estar con ella. ¿Por qué tienes que dejarme sin opciones? Rau, si sobrevivo, nunca dejaré que los tres se vayan. ¡Haré que Santiago, Alfredo y tú paguen con sus vidas!

¿Estaba Ezequiel recordando la escena en la que lo perseguían?

Estas palabras… Convirtieron mi corazón ya deprimido en un infierno. ¡Estaba tan triste que no podía respirar! Sentía el pecho apretado y oprimido. ¡Y me sentía tan mal por él!

«¡Ahhh!».

Cuando Ezequiel de repente se volvió loco, extendí la mano y agarré su brazo, pero él rápidamente se alejó mientras se agarraba con fuerza a sí mismo porque tenía miedo de ser tocado. Llamé su nombre de manera repetida, pero él permaneció en silencio. Después de pensarlo un poco, le hablé con suavidad y le dije:

—Ezequiel, soy yo, soy la hija de los Esquivel.

Sorprendido, Ezequiel levantó la cabeza. Todavía podía entender el habla humana; tan solo estaba perdido en sus recuerdos.

—¿Eres… Gina?

Extendió la mano para tocar mi mejilla, pero sus dedos se detuvieron en el aire como si tuviera miedo de algo.

Tomé su mano y dije:

—Soy yo. ¿Cómo te sientes? ¿Qué te pasó? ¿Puedes calmarte?

Tal vez porque mi contacto le dio valor, de repente extendió la mano y me abrazó, enterrando su rostro en mi cuello, y pude sentir la humedad allí.

«¿Está llorando?».

—Siento mucho no haber estado allí para ti durante tus momentos más difíciles y que hayas tenido que pasar por tanto después…

—Ezequiel, ¿estás consiente ahora?

Aunque quería apartarlo, hacerlo ahora sería demasiado despiadado. Después de pensarlo, decidí tratarlo como a mi propio hermano, como lo hice con Camilo y Lucas. Esa era la única forma en que podía convencerme a mí misma.

Al mencionar esto, Ezequiel de repente me soltó. Rápido se dio la vuelta y volvió a sentarse en el sofá. La habitación estuvo en silencio durante mucho tiempo y al final dijo:

—Lo siento. —Fui a sentarme a su lado solo después de eso. Parecía confundido e intentando calmarse. Justo cuando estaba a punto de preguntarle qué había pasado, me interrumpió, diciendo—: Mi estado mental es bastante inestable porque he estado teniendo sueños recientemente. Siento haberte asustado. Planeo irme de Bristonia por un tiempo y regresar a donde estaba antes para recibir tratamiento psicológico.

Vacilé y pregunté:

—¿Por qué está pasando esto?

Sus palabras de hace un momento… No podía sacarlas de mi cabeza.

Ezequiel cerró los ojos y dijo:

—No estoy seguro, tal vez he sido influenciado por algo. Cuando mis emociones se hayan estabilizado, volveré a Bristonia.

El Ezequiel de antes era desgarrador. Había estado cargando una gran cantidad de dolor solo. Y esta fue la primera vez que lo vi pasar por un episodio.

—Tú… Escuché todo lo que dijiste, Ezequiel. No estoy segura de qué decir para hacerte sentir mejor, pero no importa cuánto dolor hayas soportado en el pasado. Al menos ya no hay preocupaciones. Aunque parece que solo estoy parada aquí hablando sin entender realmente, lo que quiero decir es…

—Está bien, señorita Esquivel —dijo Ezequiel con cansancio—. No quiero que estés triste.

Ezequiel abrió los ojos y me miró fijamente con una mirada profunda.

Mordí mi labio y continué:

—No sé cómo expresarme, pero no quiero verte triste. Después de todo, me has ayudado varias veces y no puedo ser indiferente. Tal vez los sentimientos de gratitud y cuidado que estoy experimentando no tienen relación con el amor, pero me importan tus sentimientos. Espero que puedas ser feliz y no volver a caer en esos tristes recuerdos. No me conviertas en el centro de tu universo.

—¿No convertirte en el centro de mi universo? —preguntó con frialdad.

—Sí, tienes tu propia vida.

—Entiendo que te sientas mal por mí —dijo. Después de un breve período de silencio, Ezequiel dijo con calma—: Nunca pensé que estaba siendo tratado de manera injusta o que necesitaba que otros se compadecieran de mí. Es solo que… no me entiendes, señorita Esquivel.