Te regalo toda una vida de amor Capítulo 403

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 403

Maya seguía inconsciente cuando llegué al hospital, y Silvio estaba parado afuera de la habitación. Tenía la ropa empapada y las manos llenas de sangre. Aunque no tenía idea de lo que había pasado, creí que no era el momento para molestarlo, así que decidí quedarme junto a Maya por el momento. Poco después, recibí un mensaje de Raúl: «Ven a verme, Regina». Solo podía tratarse de Maya. Lo pensé un momento y, al final, decidí aceptar.

El hombre no estaba en Dinamarca, de hecho, estaba en Espoo. Cuando llegué a su casa, lo encontré sentado en un sofá, semidesnudo. Brotaba sangre de su abdomen, mientras dos médicos suturaban las heridas. Estaba pálido y con la frente bañada en sudor.

—¿Por qué estás herido? —pregunté dudoso.

—Perdí, Regina —dijo en lugar de responder.

—¿Qué le hiciste a Maya? ¿Por qué está inconsciente en el hospital? —lo interrogué—. ¿Por qué Silvio estaba…? ¿Él te lastimó? —Silvio era un hombre de temperamento tranquilo, que rara vez se pasaba de la línea. Para que estuviera tan furioso como para lastimar a Raúl, el hombre debía haber hecho algo terrible relacionado con Maya—. ¿Qué le hiciste a Maya?

—Abusé de ella.

«¿Por eso saltó al río?», pensé. Palidecí al instante. Mi amiga había tenido el primer encuentro íntimo con su esposo apenas la noche anterior, y ellos recién comenzaban a disfrutar de su vida de casados. Comencé a temblar de la rabia e, incapaz de controlarme, abofeteé a Raúl. Él se sorprendió, pero se quedó callado.

—¡Estás loco! —exclamé—. ¿Cómo se supone que Maya…? ¿No lo entiendes, Raúl? Maya está casada con Silvio, es su esposa. Sabes que no tiene autoestima y que no se atrevía a acercarse a él. ¡Incluso pensó en hacerse una reconstrucción del himen para complacerlo! Fue cuidadosa con él y recién anoche por fin… ¿Cómo podrá enfrentar a su esposo después de lo que le hiciste?

—¿Qué pasó anoche? —exigió. No quería decírselo, pero él lo dedujo—. ¿Tuvieron sexo por primera vez?

—¿Cómo lo sabes? —pregunté sorprendida.

—Parece que hice algo malo, Regina.

—Siempre has hecho las cosas mal —lo corregí.

—Pero la amo de verdad. Ya me gustaba cuando era novia de mi sobrino, pero no podía robarle a su mujer. ¿Ahora tampoco puedo robársela a Silvio?

—¿No te preocupa que ella se vuelva loca por tu culpa? ¿Olvidaste lo que hizo? Ya intentó suicidarse. ¿Cómo pudiste abusar de ella? ¿No puedes dejar que viva feliz?

—Perdí, Regina —balbuceó.

—Perdiste hace mucho tiempo, Raúl.

Seguí regañándolo hasta que me echó de la casa. No comprendía por qué me había hecho ir hasta allí. ¿Quería que lo condenara antes de echarme? Cuando estaba por volver al hospital con Maya, él hizo que alguien me entregara un documento dentro de una bolsa de papel. Quería ver qué era, pero estaba sellado, así que le pregunté a la persona que me lo dio.

—¿Qué es esto?

—El señor Meza dijo que le servirá a la señorita Silva en el futuro, por eso quiere que usted lo conserve. También espera que perdonen sus errores. Ha prometido no volver a buscar a la señorita nunca más.

«¿Por fin entró en razón?», me pregunté.

—Guárdalo —le dije a José al entregarle el documento.

Cuando llegué al hospital, Maya ya estaba despierta, pero Silvio no estaba por ningún lado. Mi amiga tenía la mirada perdida y, aunque no sabía en qué estaba pensando, era consciente de su dolor.

—Acabo de ver a Raúl —le dije al tomarle la mano—. Dijo que no volvería a buscarte. Te liberaste de ese problema, Maya —la consolé. Sin embargo, comenzó a temblar al escuchar ese nombre, así que la abracé con fuerza—. No hablaré de él nunca más, lo prometo.

Ella se largó a llorar sin decir una palabra.

«¿Por qué Silvio no está aquí?», pensé. Quería preguntárselo a Maya, pero me preocupaba que eso la hiciera sentir peor.

Después de dos días de descanso en el hospital, pudo volver a la residencia. Fue directo a su habitación y se quedó dormida. Sabía que no tenía ánimos para nada, así que no la molesté.

Al llegar a casa, encontré a Santiago sentado en el sofá leyendo un libro, mientras que los niños jugaban con bloques en el suelo. Al parecer, no tenía dificultades para cuidar de ellos.

—¿Dónde está Silvio? —le pregunté al sentarme a su lado.

—Está en la ciudad —respondió mientras dejaba el libro y me abrazaba por los hombros—. Joel me dijo que está bebiendo en un bar. Debió haber pasado algo.

—Raúl abusó de Maya —le expliqué. Él se quedó sin palabras y con una expresión sombría—. ¿Crees que Silvio le dé la espalda?

Me preocupaba que se divorciaran por ese incidente, en especial con Maya en un estado psicológico tan inestable.

—No sé qué decir. Desde una perspectiva masculina, Silvio debe sentirse herido porque Maya es su esposa y no pudo protegerla. Además, nunca podrá superar que hayan mancillado el honor de su esposa, a menos que la ame tanto que esté dispuesto a sacrificar todo por ella.

—¿Crees que se alejará de Maya?

Él asintió con la cabeza un instante antes de sacudirla. Un brillo atravesó sus ojos, luego agregó:

—No tengo dudas de que le resultará difícil superar esto, pero cuando se dé cuenta de que Maya es la víctima, la mayor víctima en esta situación, comenzará a aceptarla. Raúl se ha sobrepasado esta vez.

—Maya se lanzó al río —dije desanimada.

—Es una mujer decidida. Creo que Raúl nunca imaginó que haría algo así. Me pregunto si seguirá amenazándola.

—No lo creo. Me encontré con él hoy y prometió que dejaría de acosarla. Por algún motivo, por fin entró en razón.

—¿Eso dijo?

—Sí, en resumen, eso dijo.

—Hay algo extraño —afirmó Santiago.

—¿Qué?

 

Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

Comment

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Options

not work with dark mode
Reset