Te regalo toda una vida de amor Capítulo 334

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 334

Aunque a Santiago no le interesaba retenerme, incliné mi cabeza hacia un lado y me quedé contemplándolo. Me preparé para criticarlo por lo que había sucedido antes.

—Sobre lo que pasó a la tarde, podrías haber sido más simpático. ¡Para que lo sepas!

—¿Qué? —Santiago no podía creer lo que escuchaba.

—Esos chicos son mis amigos. Me invitaron a acompañarlos en su paseo porque valoran mi compañía, ¡no a causa tuya! Eres Santiago, ¿verdad? Probablemente creíste que ando enamorada de ti, viendo que me la paso rondándote, ¿cierto? ¿Te preguntaste alguna vez si en verdad estás a la altura para conquistarme? ¿O te crees que tienes todo bajo control solo porque te aprovechaste de la familia Esquivel por muchos años? —Al escucharme hablar de forma sarcástica, el rostro de Santiago se puso lívido. Pero eso no me importó y seguí adelante con mi actitud cáustica. Me encogí de hombros, risueña, al tiempo que elevaba las palmas— ¡Ay, vamos! Ya para de ser tan narcisista. Quizás sigues evadiéndome porque no tienes el coraje de admitir que te gusto. No quieres verme porque temes enamorarte de mí. —Viendo que el semblante de Santiago se ensombrecía, fui un poco más diplomática y cambié de tema—. Pero, por supuesto, no puedo leerte la mente y tú eres el único que sabe eso, así que no gastemos saliva y tiempo discutiendo cosas tan banales.

—¡Qué disparate! —arremetió él sin darle mayor importancia.

—De acuerdo, solo asegúrate de no convertirte en mi acechador —dije, a las carcajadas, para disipar la tensión. En cuanto Santiago se fue, solté una risita—. Al igual que antes, este chico aún no sabe coquetear. ¡Cielos! ¿Cómo es posible que hayas estado soltero por tanto tiempo con una personalidad tan encantadora? Debería sentirme agradecida de que apareciste en mi vida.

«¡Ay Santi! Mi mundo gira en torno a ti. Te escucharé y resistiré pese a que intuyo que lo más probable es que me trates de forma distante. Como sea, quiero que recuerdes lo siguiente. Tenemos todo el tiempo en el mundo para saldar nuestras cuentas. Falta un largo camino por recorrer». Unos minutos después, Emilia retornó al jardín.

—Ese llamado duró una eternidad. Seguro disfrutaste de que te coquetee. Ay, deberías verte la cara de alegría. Cada vez estás más enamorada —bromeé.

—¿Y eso qué quiere decir? ¿Que lo amo? —me cuestionó Emilia, risueña.

—Por supuesto que lo amas. ¿O qué otra cosa podría ser? —la respaldé.

—Bueno, bueno. Deja de hacerte la tonta. Se está haciendo tarde y deberíamos volver adentro. Necesito que me apoyes un poco más tarde.

Emilia me estrechó el brazo y se paró mientras yo le daba ánimos.

—Ay, vamos. Santiago está de tu lado. Él va a intervenir en favor tuyo sin importar lo que suceda.

—Sip. Es cierto. Al fin de cuentas, están todos presentes.

Unos minutos más tarde, Emilia y yo nos dirigimos a la recepción y tuve la grata de sorpresa de recibir una cálida bienvenida por parte de varios invitados, entre ellos, Santiago, Raúl, Lucas, David y Romina, junto a otras personas que nunca había visto. No obstante, la persona cuya presencia más me impactó fue la de Nicolás. «Dios Santo, no puedo creer que la familia Hayes le pidiera que viniera». A su vez, noté que Jeremías estaba sentado en el medio de la mesa con Santiago a un costado. Al lado de Santi, estaba Lucas, seguido por David y Romina. Luego, Raúl y su prometida, Ana, tomaron asiento próximos a Romina, poco antes de que Nicolás se acomodara al lado de una pareja.

«¿Qué hace Nicolás acá? ¿Por qué vino?». Mi sensación de desconcierto fue interrumpida por Emilia, que gritaba a todo pulmón, como una protagonista de telenovela.

—¡Cielos! Pero miren quién vino.

Viendo a Emilia escrutar a Ana, Lucas soltó unas risitas discretas. Mientras tanto, Raúl puso una expresión de disgusto y viró su atención hacia Santiago.

—Esta señorita ha venido contigo, ¿no? Actúa como una loca. Dile que se comporte o voy a…

Antes de que pudiera terminar la oración, Emilia se le adelantó y completó la frase por él mientras se le aproximaba, animada.

—¿O qué? ¿Qué va a hacer? ¿Va a pegarme, señor Meza? ¿Cree que todavía está en Europa?

—¡Cállate, Emilia! —vociferó Jeremías, irritado.

Haciendo oído sordos, Emilia tornó su mirada hostil a Ana a la par que la interrogaba.

—¿Cuándo te liberaron del arresto? Deberías haberme avisado, así encontraba otro motivo para que volvieran a detenerte.

Pero Ana se limitó a recostar su cabeza en el hombro de Raúl y, de esta forma, demostró que al parecer había aprendido su lección. «Uf, ¿por qué su carita de pena me da más bronca?». Emilia no podía tolerar un minuto más verle esa expresión de niña buena, pero justo cuando iba a seguir maldiciéndola, le apreté la muñeca y examiné con mis ojos a Ana.

—En verdad te lo agradezco. Si no hubieras comenzado a salir con Raúl, Maya jamás se habría convertido en la reconocida señora de Lebrón.

—¿Qu… qué dijiste? —Raúl alzó la vista con un gesto de asombro que se dejaba traslucir en cada resquicio de su rostro. Mientras me disponía a tomar asiento junto a Nicolás en silencio, el hombre siguió insistiendo con su pregunta—. Regina, ¿qué has querido decir con que es la señora de Lebrón? ¿Acaso Maya…?

Aunque en un principio no quise mencionarla, de un momento a otro, cambié de parecer porque la tentación de vengarme por mi mejor amiga era más fuerte.

—¿Estás sordo o qué? —Emilia esgrimió con sarcasmo unos minutos después.

Al instante, el rostro de Raúl cobró una expresión de desasosiego, pero justo cuando estaba por perder el control, Ana le acarició el brazo, tras lo cual su prometido emprendió la retirada dando pisotones violentos y la dejó atrás. Resulta una obviedad decir que a Ana la desconcertó su reacción y, de inmediato, corrió tras él.

—Pero, ¿qué has hecho? A ti ni siquiera te invité. ¿Has venido porque echabas mucho de menos a Nicolás? Ahora que es un deficiente mental nadie tiene el coraje de aprovecharse de él —manifestó Jeremías apenas la pareja partió.

—¿Qué acaba de decir? —repuse exaltada.

«¿Deficiente mental? ¿Cómo puede decirle algo así en la cara?». Pero el comentario virulento de Jeremías no fue recibido más que con un semblante de confusión por mi exesposo. Sentado en su lugar de forma obediente, no parecía saber por qué se encontraba allí. A su vez, mantenía la cabeza gacha como si todo lo que ocurriese a su alrededor no tuviera nada que ver con él, lo que me hizo preguntarme si podía discernir quién era yo. En tanto Jeremías sonreía con regocijo en silencio, todo el mundo, yo incluida, estábamos al tanto de la discapacidad del otro. No podía permanecer quieta y ver cómo lo insultaban y lo humillaban enfrente de tantas personas. No obstante, mientras trataba de controlar mi furia, una voz se hizo oír a lo largo de la mesa.

—La vida de Nicolás está arruinada. El pobre tenía un futuro brillante por delante, pero tuvo mala suerte y se casó con una vil desdichada y eso le costó demasiado caro.

«Conque una desdichada…». Cerré los ojos en un intento de contenerme y no sucumbir a mis impulsos. Fue en ese momento que, sin previo aviso, Nicolás alzó la vista y escudriñó a los otros invitados a la vez que gruñía por lo bajo.

—¡Gina no trae mala suerte!

«Se olvidó de todo menos de su “Gina”. ¡Todavía me recuerda! Lo único que le importa es protegerme». Frente a esa idea, no pude contener más las lágrimas, que comenzaron a rodar por mis mejillas. Luego, reparé en Santiago de manera inconsciente, quien no había dicho una palabra en todo este tiempo. Era probable que fuera a causa de mi aspecto amargado. En eso estaba cuando Romina hizo una pregunta que me tomó desprevenida.

—¿Estás bien de la mente?

«Pero, ¿qué dice? ¿En serio le pregunta a una persona con deficiencia eso?».

—¡Más te vale que te calles! —arremetí amenazante contra Romina.

—¿Qué te sucede? ¿Estás enfadada? —Jeremías quiso que la situación se agravara al intentar provocarme—. Nicolás no es más que un tonto que no tiene pensamientos ordenados, ¿no es así? No te invité a esta cena, Regina, así que te pido que te retires. Habrá un evento más tarde para entretener a nuestros huéspedes y este bufón será el acto principal.

Mientras que a Jeremías se complacía en presencia de Santi, mi ira crecía cada vez más y me tentaba la idea de asestarle un puñetazo. A continuación, agarré una copa que tenía enfrente y se la lancé, pero Santiago la atrapó antes de que lo lastimara. Como su conducta hizo que me irritara aún más, Nicolás se apresuró a tranquilizarme.

—Tranquila. Gina no es una desdichada, sino mi querida esposa.

—Tranquila. Gina no es una desdichada, sino mi querida esposa.

Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, pero no dejé por un momento de amenazar a Santiago con la mirada.

—¿De veras vas a ponerte de su lado? —lo cuestioné. Pese a mi actitud, solo recibí mutismo e indiferencia de su parte.

Consumida por mis emociones, así otra copa y volví a arrojarla en dirección a Jeremías, pero mi ataque se frustró otra vez porque Santiago desvió la trayectoria del vaso y este se hizo trizas al caer al suelo—¡Te estás desubicando, Regina! —opinó Romina de mala gana.

—¡Cállate! —regañó Emilia a su media hermana, lo que hizo que se guardara sus comentarios.

Al percibir la tensión en la atmósfera, Lucas me llevó aparte.

—Ahora no es momento de discutir sobre este tema, Reina. Vamos, te escoltaré hasta afuera.

—¡Fuera de mi camino! —Le asesté una mirada de odio a Santiago; las lágrimas salían a borbotones de mis ojos, pero él lo único que hizo fue quedarse tieso delante de Jeremías, como si fuera una estatua—. ¡Muévete! —le advertí otra vez—. Cuando me oyó nombrarlo, me pareció que sus ojos se llenaron de confusión, pero aun así, se quedó inmóvil trabándome el paso. En un ataque de ira, me di media vuelta y le ordené a mi asistente—: ¡Que venga alguien a incendiar esta casa ahora mismo!

Los otros invitados empezaron a abandonar la escena por miedo a que les sucediera algo al oírme hablar así. Mientras tanto, David corrió hacia mí en un intento por tranquilizarme.

—Gina, por favor, tómatelo con calma. No compliques más las circunstancias de tu marido.

Santiago de inmediato lo interrumpió y David se dio cuenta al instante de que había hablado de más.

—¿Qué dijiste?

—Hum… Hace un rato dijiste que sentías algo por ella y pensé que no iba a importarte si los trataba como marido y mujer.

Pero Santiago solo continuó mirando a David de mala manera y cuestionándolo con un tono seco.

—¿Cuándo dije que ella me gustaba?

Temoroso de las repercusiones de sus actos, David inventó una historia para salir del paso.

—Luc me lo ha dicho. Me dijo que estás enamorado de una chica de la familia Genova y que era cuestión de tiempo hasta que ustedes se casaran —En cuanto terminó de decir esto, se adelantó y lo increpó—: Entonces, ¿no te gusta? —Cuando Santiago tornó su mirada gélida hacia Lucas, este se preparó mentalmente para lo que le tocaba—. Bueno, pensé que te atraía.

A medida que el escándalo aumentaba, la atmósfera de la recepción se volvía más y más inhóspita. Santiago posó sus ojos en Nicolás y luego en mí.

—¿Este es tu esposo?

«¿Mi esposo? ¿En serio me preguntas esto? Parece que no me conoces para nada. ¿De veras no te importa nada de mí?». Al juzgar por su respuesta, supuse que no había mandado a averiguar nada respecto a mi situación incluso luego de saber que le había quitado el poder que tenía sobre la familia Genova y, por eso, no sabía que Nicolás y yo estábamos divorciados. «Pensé que yo le importaba, pero veo que me equivoqué».

—Formalmente, es su exmarido —intervino Lucas cuando vio mi actitud pasiva.

—Muy bien. ¿Y por qué yo me enamoraría de una divorciada?

«Conque eso es lo que en verdad piensa; debería habérmelo dicho hace mucho», me compadecí de mí misma. Lucas me rodeó la cintura con el brazo para prevenirme de que hiciera una locura. Y al mismo tiempo, regañó a Santiago diciéndole que no era forma de tratar a una dama.

—Santi, deberías aprender a hablar con más dulzura a las mujeres o vas a lamentarlo tarde o temprano. Después de todo, muchas cosas pueden ocurrir en el futuro. —Santiago fulminó a Lucas con la mirada y este soltó una risita a la par que murmuraba—: Me lo agradecerás más adelante, Santi.

—Llévatela. —Dio la orden, impasible.

—¿Es broma? ¿Qué te hace pensar que puedo hacer algo así?

 

Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

Comment

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Options

not work with dark mode
Reset