Te regalo toda una vida de amor Capítulo 142

Continué preguntándome por qué Lucas se encontraba en la fiesta, así que fui con Jacobo y le pregunté si fue invitado, ya que, cuando me vio, se retiró de la costa sin saludarme. Esto no era un comportamiento usual en él. Incluso cuando lo llamé, me dijo que él no tenía la autoridad para ayudarme. Él era una de las personas más capaces de la familia Genova y técnicamente debería tener la autoridad para rastrear los GPS, pero se rehusó y me dijo que le hablara a Santiago.

No había problema si tenía que marcarle, pero entonces él me haría esa dolorosa pregunta. Fue ahí cuando me di cuenta de que la presencia de Nicolás y Cristóbal en ese lugar había sido un plan de Lucas, quien estaba bajo las órdenes de Santiago.

No estaba enterada de que hubiese algún problema entre Lucas y los hermanos Ferreiro, entonces no era mi culpa que no fuese capaz de relacionar a Santiago con este asunto, ¿pero por qué él haría eso…? Santiago y los hermanos tampoco tenían problemas entre ellos, a menos que hubiesen actuado de esta forma para ayudarme con mi venganza.

Si hicieron esto por mí, ¿no fue exagerado aventarlos al mar? En el caso de que Nicolás y Cristóbal no hubiesen sabido nada, hubieran terminado… Entre más pensaba en este asunto, mi mente se hacía un desastre cada vez mayor. En ese momento noté que Cristóbal miraba a Olivia, quien estaba algo apartada, y de repente me comenzó a llamar:

—Chiquilla.

—¿Sí? —respondí.

Noté un brillo en sus ojos por un segundo mientras él estaba indeciso, pero al final dijo:

—Conocí a Emilia cuando estaba en mi gira global.

—Lo sé. Ella me contó que ya te conocía. Incluso halagó tu apariencia.

Una expresión conflictuada se colocó en su rostro cuando admití esta información. Él cerró un poco sus ojos y preguntó:

—¿Ella es la hija más joven de la familia Delgado?

—Jacobo es su hermano. —Confirmé asintiendo.

—Esa chiquilla es una mujer despiadada —comentó.

Era raro ver a Cristóbal describir a alguien como despiadado. A los ojos de Nicolás y Olivia, él era una persona de verdad indiferente.

—¿Ocurrió algo entre ustedes? —pregunté, confundida.

—No es nada. Yo le fallé.

—¿Qué le hiciste a Emilia? —insistí por curiosidad.

En lugar de responderme, Cristóbal curvó sus labios en una sonrisa. Luego, agachó su cabeza para mirarme antes de decirme:

—Chiquilla, ya es de noche. Necesito llevar a Olivia a casa.

No me contó lo que le hizo a Emilia y cuando sentí que quería guardarse esa información, ya no le hice más preguntas. En su lugar, sugerí:

—Pueden quedarse en Eldamia esta noche.

—Olivia necesita regresar con la familia Ferreiro —declaró, negando con la cabeza.

A pesar de las circunstancias tan especiales, Cristóbal quería estar lejos de Olivia porque no podía soportarla ni una noche con él. Además, era obvio lo frío que era con ella. Miré a Olivia con lástima y noté que ella observaba a Cristóbal. Sus ojos estaban rojos e hinchados. Parecía que escuchó sus palabras; ni siquiera estaba tan lejos como para no hacerlo, a decir verdad.

Me despedí de ellos y volví a mi departamento. Al llegar, estacioné de mi carro y comencé a salir de él, pero una mano apareció de repente y cubrió mi boca. El estacionamiento era enorme; sin embargo, se encontraba vacío porque era la mitad de la noche. El miedo se apoderó de mí.

Comencé a tratar de zafarme y terminé por agarrar las ropas de mi atacante; me di cuenta de que estaban mojadas y fue cuando supe de inmediato de quién se trataba. Cuando él me abrazó y me sopló en el oído, ya no me sorprendió. Con un tono de burla, preguntó:

—¿Te asusté?

Suspiré aliviada, pero Nicolás mordió mi oreja antes de soltar mi boca.

—¿Me extrañaste estos días? —preguntó.

Me mordió de una forma tan íntima… Avergonzada y enojada, le gruñí:

—Suéltame.

En lugar de hacerme caso, empeoró las cosas al acercarme más a él y, con un tono gentil, comentar:

—¿Ya te acostaste con Santiago? ¿Es mejor que yo?

Sus palabras fueron tan lascivas, de inmediato supe que se trataba de la personalidad que me odiaba. Mientras continuaba forcejeando para escaparme, de forma inesperada, él tocó mi pecho.

—Vaya… Qué suave.

—¡Nicolás Ferreiro, suéltame! —grité, enfurecida.

Lo odié por actuar de esta manera, pero no pude escapar de su agarre, así que traté de alcanzar el botón de emergencia del carro. No obstante, cuando estuve a punto de presionarlo, me soltó. Lo miré con sorpresa, pero él solo declaró:

—Nada más era un saludo a manera de regalo. La próxima vez que te vea, te haré mía. Si no puedo tener tu corazón, al menos tendré tu cuerpo.

Después de eso, se dio la vuelta y se fue caminando. Me apuré a alcanzarlo, todavía sin componerme, y lo llamé:

—¡Nicolás!

—¿No quieres que me vaya? —replicó.

—¿Qué tiene que pasar para que me dejes al fin? —pregunté con algo de dificultad.

—Deja a Santiago Genova —contestó.

—No haré eso…

Nicolás de inmediato se giró y me interrumpió. Su mirada era gélida y llevaba una pequeña sonrisa en su rostro mientras me recordaba:

—También dijiste que nunca me dejarías. En aquel entonces nosotros dos éramos iguales a como estás ahora con Santiago. Incluso estuve listo a pasar el resto de mi vida, toda mi vida, contigo. ¿Cómo te atreviste a dejarme de esta forma tan egoísta?

Su cabello seguía mojado y se pegaba a su frente. Estaba pensando en qué decirle cuando él me lanzó una sonrisa siniestra.

—A menos que te destruya por completo, no dejaré que tengas una vida tranquila hasta entonces.

Mi corazón se estremeció ante esas palabras. Nuestro pasado… No teníamos muchos bellos recuerdos de los dos juntos, pero él me trató bien. En aquel entonces sentí que mi amor por él era tan inferior; me terminé perdiendo por completo tratando de compensarlo y amarlo. Lo traté como la persona más importante de mi vida en ese momento, pero ahora…

¿¡Acaso le fallé!? Si era honesta, jamás le hice nada malo. Siempre fue él quien me maltrató, pero ¿yo qué razón tendría ahora para tratar de desquitarme? Además, y más importante, él era quien decidió vengarse de mí, no yo de él. Si continuaba actuando así, terminaría hiriendo a Santiago.

—Nicolás, ¿no puedes dejarme ir?

Mi tono fue sumiso, pero él solo sonrió sin contestar mi pregunta.

—¡Jamás hice algo para herirte! Admito que juntarme con Santiago cuatro meses después de que nos contáramos nuestros sentimientos por el otro hace que parezca que no es la gran cosa, ¡pero juro que jamás hice nada malo! Él apareció en mi vida cuatro meses antes de que todo esto ocurriera y fue quien me dio esa sensación de seguridad y un lugar en donde poder apoyarme… En aquel entonces, no teníamos ninguna relación especial, pero fue Santiago quien me curó mi cáncer y salvó mi vida…

La lástima y la humildad se escuchaban en mi tono y mis palabras.

—Nicolás, te amé con toda mi pasión y jamás dudé de ti. Dejarte fue un gran desafío y me sentí triste por muchísimo tiempo, pero decidí enterrar estos sentimientos contigo. ¿Qué hay de malo con amar a alguien? ¿Cómo se suponía que supiese que volverías? Nadie me dijo que estabas con vida. Cuando decidí bajar mi guardia y acercarme a Santiago, ¡tú apareciste de repente y comenzaste a interferir! Nicolás, yo ya le di mi corazón a él. ¿Qué esperas que haga? ¡Me acusas de traicionarte, incluso Santiago me llegó a criticar por no ser decidida, pero ninguno de ustedes me preguntó cómo se sentía!

—¿Así que decidiste dejarme fuera de tu vida? —preguntó Nicolás. No hubo cambio alguno en su expresión. —Gina, ¿de verdad crees que aceptaría eso?

—¿Qué quieres de mí entonces? —cuestioné.

¿Qué esperaba de mí cuando él regresó? Yo ya le había dado mi corazón a alguien más y ahora no me retractaría para decir algo como:

«Oh, no. Santiago, no te quiero. Era una broma. ¡La persona a la que amo es Nicolás y todavía quiero casarme con él para ser su esposa por el resto de mi vida!».

Si actuaba de esa forma, entonces me convertiría en la mujer más desalmada del planeta. ¡Ni yo me aceptaría si fuera esa persona y mi corazón jamás lo podría conceder! En su lugar, ahora amaba a Santiago de la forma en que amé a Nicolás en su momento. Además, a este punto no podía cambiar cómo me sentía hacia Santiago solo porque Nicolás había regresado…

—Déjalo y vuelve conmigo —declaró él.

El Nicolás actual era como un demonio y no escucharía lo que yo le dijera. Él quería que yo volviera a su lado sin importar nada. ¡Aun cuando yo lo hiciera, jamás podríamos regresas a aquellos días felices que tuvimos juntos! De hecho, ¿¡cuándo fuimos felices mientras estuvimos juntos!? Aunque ya no tenía sentido que me siguiese explicando, ya que él no me escucharía para nada.

Nicolás se retiró cuando notó mi silencio. A partir de ese momento, supe que seguiríamos enredados, pero no era mi intención continuar involucrándome con él, aunque sería Nicolás quien me molestaría regularmente. Me sentí miserable cuando terminé de procesar eso, además de un dolor de cabeza tremendo cuando recordé lo que hizo Nicolás. Alcé mi mano para tocar mi pecho y me pregunté cómo encararía a Santiago. Después de todo, un hombre tocó el pecho de su mujer.

El cansancio acumulado después de toda la noche, más lo que sucedió en ella, hizo que mi cabeza explotara de inmediato. Me sentí tan incómoda que tuve que agacharme para recuperarme. Estaba muy incómoda, deprimida y desconcentrada, como si hubiese una piedra sobre mi espalda. Fue en ese momento que escuché una voz familiar.

—Oh, Reina. ¿Qué harás si Santiago se entera de que tu exesposo te tocó el pecho?